Dicen que los recuerdos curan el olvido, por eso siempre intento alimentarme de ellos, dejar que me abriguen y me den calor, para fortalecer mi débil memoria que con frecuencia deja escapar palabras antes de nombrarlas, antes de que mi voz llegue a conocerlas; palabras que caen a peso al viento y se las lleva para hacerlas llegar a otro lugar, sin lugar, transformadas, disfrazadas de sensación. Palabras que al final acaban formando sólo parte de mi, de mis pensamientos convertidos en un anteproyecto de tinta o voz.
Mi débil memoria, tan débil como mi voz; tan, tan débil como yo, como mi ser cuando lo roza el brillo de la luna, reflejada en espejos que me recuerdan la soledad...
Riesgos que se corren, ¿No?
ResponderEliminarlos recuerdos en exceso alimentan la pena, un besote!
ResponderEliminarLos recuerdos me han curado el desarraigo.
ResponderEliminarMe encantó el diseño.
Leo.
Los recuerdos nos dan la mitad de nuestra vida presente :)
ResponderEliminarMe encanta la foto también.