15 de noviembre de 2011


Despertar a tientas, con la última llama de la vela que olvidamos; ésa última llama que moría con el primer aliento de mis pestañas. Y abrazarte a la oscuridad de los sentidos, cuando son más puros que ciegos y más sensatos que en muchos resplandores; más hábiles.
Despertar justo en el momento del choque de corrientes entre tu respirar y mis suspiros fuertes, entre tus risas y mis sueños habitables.
Despertar, para amar la oscuridad; ésta oscuridad capaz de hacerme fuerte.
Despertar entre el desabrrigo de mantas y edredones, con los pies fríos y las piernas enlazadas.
Despertar a arañazos con las horas.

2 comentarios:

  1. buah, me encanta como lo has terminado. Las horas no se merecen otra cosa que arañazos haha.
    Lindo, lindo

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